Viernes, 10 Septiembre 2021 21:45

EL CHANFLE QUE SILENCIÓ AL MONUMENTAL. POR: ENRIQUE LARROUSSE.- Featured

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EL CHANFLE QUE SILENCIÒ AL MONUMENTAL.
Una tarde, allá a principios de los '70,
un conflicto sacudia al mundo futbolistico local en tiempos dificiles para el pais y su pueblo.
La situación se había tensado al punto de casi suspenderse las fechas de los encuentros dominicales.
La disputa entre los planteles profesionales, los clubes y la AFA incluía la intervencion de Futbolistas Agremiados, sindicato que crecia en prestigio a partir de su lucha contra una dirigencia futbolera ferreamente controlada por el gobierno militar.
El conflicto perduraba con los matices imaginables que, los futboleros memoriosos, medio siglo después podemos enumerar.
Discusiones periodisticas en los medios, febriles reuniones donde las partes tiraban sin aflojar, charlas de café interminables donde la grieta la profundizaban quienes odiaban al sindicalismo y páginas sobrecargadas con la copiosa tinta del conflicto, hacian de aquello el tema saliente.
José Omar Pastoriza era joven, con la presencia y carácter de líder que su personalidad le sumaba a su talento deportivo. El Pato dirigía el gremio de jugadores por capacidad sindical, vocacion politica y compromiso.
Tal era su vigencia.
El Pato era tan amado por sus pares como odiado por el poder y parte de un público que aborrecia la lucha laboral y el reclamo de derechos.
El sentimiento oligárquico no faltaba en la masa futbolera de la sociedad.
En ese contexto y cuando el conflicto arreciaba, llegó una fecha del torneo donde el Rojo debia visitar a River.
Debido a la contienda gremial algunos equipos presentaban titulares y otros suplentes, en medio de una disputa que amenazaba con parar el fútbol cada semana.
El partido era esperado ansiosamente por ser un clasico de grandes, por el contexto politico y por la trascendencia sensacionalista que la prensa le daba.
Pero un detalle consecuente con tanto desacuerdo, le iba a dar un matiz dramático al clásico: por decisión de su Comisión Directiva, el Millonario presentaria a sus juveniles para recibir al Diablo Rojo y su lider gremial.
Toda la semana se habló del encuentro desigual y ésto fue motivo para que las miradas más impiadosas de la hipocresía general, se posaran sobre el rosarino y sus diez compañeros diablos.
Vale acotar que por entonces, tanto River como Independiente tenian planteles de talla, con jugadores de gran jerarquía y que, como correspondia a dos grandes del futbol local, peleaban cada torneo argentino, incursionando con distinta suerte la ya muy prestigiada copa continental.
Asi las cosas, se inició el partido en esa jornada con una muy equilibrada acción por parte de ambos equipos.
La joven formación de emergencia presentada por River Plate, dio
batalla con entusiasmo y dignidad al experimentado once Rojo dirigido por Pastoriza y héroes rojos de renombre como "el Chivo" Ricardo Pavoni, Miguel Angel "Pepé" Santoro, "Perico" Raimondo y otros.
Ese equipo rojo ya se habia consagrado en titulos, y alcanzaria la maxima gloria internacional en esa misma década.
Como dije, la paridad del juego habia llevado el transcurso del partido a donde ninguno de los dos se sacaba ventaja, aún con goles ya marcados.
Los rumores previos le habian dado cuerpo a los prejuicios. Si el Rojo caia en Núñez, seria una deshonra para sus jugadores, su parcialidad y especialmente para el secretario general del gremio de futbolistas que en el césped, se jugaba algo más que un partido de futbol.
Y si Independiente se imponia, la opinión publica le reprocharia que le habia ganado a "los pibes de River", con la ventaja deportiva que era presentar su primer equipo a la contienda y en medio de un diferendo salarial, politico y sindical que dividia las aguas.
Fuera cual fuese el resultado, el pais miraba con ojo acosador al club de Avellaneda y a su encumbrado lider.
La historia, contada por la crónica periodistica, es condimentada por la memoria de quien subscribe, sin privacion de emociones.
Por eso, los detalles que relato a continuación, tienen la pasión del hincha y el rigor de objetividad que la historia exije.
Faltando poco para el final el árbitro cobró infracción a la altura de la medialuna local, a unos veinticinco metros del arco y con la distancia que pone a prueba al shoteador y al golero.
Los hinchas locales sintieron la premonición: quien pateaba los tiros libres en Independiente, era justamente José Omar Pastoriza!
Durante el desarrollo del encuentro, la hinchada local habia destinado sus mejores insultos al Pato, haciendole saber su desaprobación por la medida gremial que había liderado, dividiendo a los planteles profesionales.
"Gremialista!! Gremialista!!" sonaba a coro el furioso insulto para el jugador, buscando minar su templanza de lider, tan sometido a presiones por esos dias.
El tiro libre para Independiente habia detenido el juego y favorecia los coros que bajaban de la San Martin con la ferocidad de una maldición.
La platea oficial de River buscaba meterle presión al numero ocho rojo para que marrara su anunciado disparo y recibiera asi el abucheo burlón de todo un estadio.
Pero tanto insulto adverso, reprobación rival y juicio publico en los medios, le habia despertado al personalisimo estratega rojo la justiciera sed de venganza y esa oportunidad le habia llegado en la mas deseada instancia: un disparo de pelota parada, a minutos del epilogo del partido.
En ese plantel, el responsable de los tiros de doce pasos era el oriental Ricardo Elbio Pavoni. Pero los remates libres con con barrera tenian su ejecutor en el botin de Pastoriza.
Y la gente de River lo sabía.
La infracción cobrada, la distancia y la ocasión toda, no eran para el recio e inapelable disparo a media altura del gran Chivo, sino para la diestra sutil del lider grupal. El Pato.
Como en las lides que se recuerdan por su final anunciado, el instante previo dio fundamento al temor de miles de gargantas insultantes que callaron para nunca más oirse en aquella memorable y dramática tarde del "Antonio Vespucio Liberti".
El tiempo congeló la instancia y el Pato inició el movimiento con su habitual estilo ejecutante que la masa roja conocia de memoria.
Con la frente alta, llegó al instante del impacto ligeramente inclinado sobre su izquierda, para que toda su plástica le diese al pie derecho la ausencia de error previo.
El lateral interno de su botín impulsó el balón con fuerza medida.
El chanfle empezó a elevarse y la rosca cobró vida en plena altura.
El derechazo pasó por sobre la barrera y su efecto le imprimió dificultad sin perder dirección.
El Monumental calló su rezongo cuando la pelota... ante la mirada atónita del arquero millonario y la desesperación de las tribunas, se coló en el ángulo deseado, loca de tanto efecto, soberbia de olor a gol.
El clamor de unos pocos miles de visitantes se metió en la tarde, dándole marco sonoro y triunfal al abrazo del ejecutante con sus compañeros.
Pastoriza ganaba el partido y silenciaba a toda una oposición que por esos dias le habia dicho de todo.
El Pato se ganaba el respeto ajeno para nunca más resignarlo a manos del tiempo.
Un tiempo que de alli en más, lo consagró en lo mas alto de la historia roja y lo vio varias veces ganador dirigiendo al club más grande de Avellaneda.
Inolvidable el Pato.
Esta es sólo una anécdota de la gloria que supo ganar para su vida y para Independiente todo.

Quique Larrousse

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