Hubo un tiempo que fue hermoso.
Tras un gran primer tiempo, el Rojo lo ganaba con un golazo de Bustos, pero se quedó en el segundo y Braian Romero clavó la "ley del ex" para igualar las cosas en el Monumental.
Foto: Federico Peretti, para La Caldera del Diablo
Dos tiempos completamente distintos en el Monumental, uno en el que Independiente fue protagonista, ahogó a River, tuvo la pelota, las mejores chances y llegó merecidamente al gol. Otro en donde se dio todo a la inversa, y terminó con el empate del Millonario.
El Rojo había comenzado el partido como hacía mucho no veíamos. Cuando la duda era cómo se armaría en el medio, la clave estaba en la posición de Lucas Romero, quien marcaba y ordenaba todo lo que hacía Independiente del medio hacia arriba. Las subidas de Bustos y el manejo de pelota parada de Soñora y la distribución de Velasco hacían el resto, con Barreto sólido en defensa.
Una gran jugada que comenzó con salida desde abajo derivó en la Joya, que puso un cambio de frente espectacular para la entrada por detrás de las espaldas del Tractor, que en un hermoso movimiento bajó la pelota y definió ante el achique de Bologna. El Rojo ganaba con justicia y todo era alegría.
Sin embargo, resultó increíble cómo se quedó Independiente en el segundo tiempo, desde el primer minuto. Porque si bien River avanzó unos metros con el ingreso de Rollheiser, tampoco era una tromba que justificara meterse tan atrás y cederle todo el campo y la pelota al local. Pasaron los minutos y lo que se veía venir llegó: Braian Romero cumplió con la "ley del ex" para empatar tras un centro de Carrascal.
El Rojo sólo llegó en los últimos minutos, cuando pareció despertarse un poco pero no le alcanzó. El punto lo deja entre el lote de líderes, pero la victoria lo ponía puntero en soledad, y rompía el maleficio de no ganar en el Monumental desde 2009...
Emiliano Penelas
Publicado por La Caldera del Diablo
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